viernes, 16 de enero de 2009

Los principios versus la necesidad.

Siempre tuve una especial aversión por las salas de juego: casinos, bingos y demás. Desde chico. Quizás por haber tenido un tío jugador (el cual desapareció subrepticiamente del hogar conyugal, agobiado por sus deudas), o porque una de las anécdotas que más recuerdo de mi viejo es la que narraba cuando perdió toda la plata de sus vacaciones en una incursión juvenil al casino de Mar del Plata (no había en aquellos años casino más cercano a la Capital Federal que aquél).

¿Pero qué pasa cuando en medio de una terrible crisis económica como la que asoló nuestro país en 2001, y luego de mucho tiempo de buscar trabajo, consigo un empleo en una empresa involucrada con el mundo del juego? (fabrican butacas y mobiliario). Ahí es cuando se produce una aparente contradicción entre lo que se piensa y lo que se hace, y la eterna disyuntiva: ¿mis principios o el pan para comer? En esa empresa estuve casi 5 años, durante los cuales diseñé avisos y campañas publicitarias, e incluso redacté muchas notas que hablaban de la expansión de las salas de juego y lo bueno que era eso para las industrias sin chimenea y como fuente de trabajo, etc...

Muchas veces sentí que me contradecía a mí mismo. Que no era coherente con mi pensamiento, pero esto pasaba mientras no me tomaban en otros trabajos (ya que hice una infructuosa y larga búsqueda hasta 2006, año en que finalmente cambié de empleo), además de que mi sueldo era bastante magro y no tenía muchas posibilidades de dar portazos que hubieran sonado más a idealismos utópicos que a una tangible realidad que me tocaba vivir.

Hoy miro todo eso desde la distancia, y mi rechazo a la industria del juego sigue latente. Pero tomo esto de otra manera, como un trabajo donde (como en una novela ficcionada) me pongo en la piel de otro. Y así puedo escribir sobre temas que pueden gustarme o no, y tomarme las cosas con más calma. Al fin y al cabo, tampoco estoy avalando torturas ni haciendo apología de crímenes seriales. Simplemente, me pongo en el rol de empresario para escribir esos artículos que aún redacto (ya como free-lance) para el ámbito de los juegos de azar. Y juego un rato. Y de paso, aprendo a escribir un poco más.