domingo, 14 de septiembre de 2008

Otra mirada sobre la teoría de los "dos demonios"

Primer post. Y he querido arrancar con un tema que en los últimos meses (por no decir desde el comienzo de su gestión) el Gobierno nacional ha sabido poner en boca de todos, con sus alusiones permanentes a un pasado que aún duele y lastima. Y que merece a mi entender ciertas reflexiones.

He escuchado muchas veces (incluso en boca de mi propia madre) que este gobierno "ha hecho mucho a favor de los derechos humanos", tema que el mismo oficialismo (primero Kirchner, luego Cristina) ha enarbolado como bandera permanentemente, a partir de la derogación de leyes como la Obediencia Debida y el juzgamiento a represores como Echetcolaz y -más recientemente- Domingo Bussi, y el uso sistemático de alusiones al pasado en cuanto acto se han hecho presentes. Pues bien, evidentemente tanta alusión de tribuna ha sembrado sus frutos como para que mucha gente crea que esto efectivamente es cierto.

A mí, particularmente, me duele ver a Estela de Carlotto sentada en el mismo palco que un tipo de la calaña de Luis D´Elía. Me molesta ver a -otrora- referentes como la misma Carlotto o la impresentable Hebe de Bonafini integrando comitivas presidenciales en viajes al exterior. Particularmente mi opinión es que tanto Madres como Abuelas deberían mantenerse al margen de cualquier alineamiento partidario, en tanto los derechos humanos no tienen bandera ni color político. No puedo sentir por la Sra. Carlotto (cuya lucha y valentía son elementos fuera de toda discusión) la misma admiración que sentía no mucho tiempo atrás, al verla tan encolumnada junto a un Gobierno que sólo ha sabido mirar los hechos del pasado desde un único punto de vista. Siempre he tenido la sensación personal de que los juzgamientos que en los últimos años se ha impulsado obedecen más a espíritus revanchistas que a un verdadero deseo de justicia. Seguramente porque no he visto el mismo vigor para condenar desde los púlpitos al terrorismo de Estado que realizó la guerrilla argentina en los años previos a la nefasta dictadura militar.

Y he aquí el análisis que me ocupa. Creo que un buen ejercicio de memoria debería ser bucear en las causas que originaron la dictadura militar. La guerrilla argentina (ERP, Montoneros, MTP, entre otros) también constituyeron un auténtico terrorismo de Estado. Se alzaron en armas. Pusieron bombas. Mataron a muchos inocentes. Secuestraron y asesinaron cobardemente y a sangre fría al Gral. Aramburu (por nombrar uno de los hechos más conmocionantes en su tiempo). Ignorar estos sucesos, sería una falacia tan grande como la de mirar toda esta época tan violenta con un solo cristal, como suele hacer el matrimonio Kirchner.

Ahora bien, ¿expresar estas ideas constituye una apología de la salvaje y cruenta dictadura militar? Nada más lejos de mis intenciones y forma de pensar. Pero sí creo necesario establecer que la lucha antisubversiva era una necesidad. Pero con juzgamientos. Con cárcel. Con procesos que se atuvieran a la Ley. Nada de eso se hizo, de hecho; los militares fueron más allá de todo límite y exploraron lo más bajo de la crueldad humana: secuestraron, torturaron, asesinaron, robaron bebés, sustrajeron identidades. Nada de todo ello justifica un accionar para detener la subversión. Sus procedimientos fueron un cáncer para combatir una bacteria. Y por ello bien juzgados -y condenados- están.

Indudablemente nos falta aún un sincero y abierto debate sobre esta época, que tenga sobre todo "madurez". Porque mientras de un lado se discuta el número de los desaparecidos por la dictadura o se minimicen las atrocidades cometidas por los militares, y del otro se insista en reinvindicar una lucha subversiva que cometió todos sus actos (desde su nacimiento mismo) fuera de la ley, seguiremos insistiendo en ver sólo la mitad de las cosas. Y seguiremos cayendo una y otra vez en rencores del pasado que nada hacen para nuestro futuro. Ninguna historia objetiva puede escribirse desde un sólo lado, porque sino, es una historia contada a medias.

Creo que los tiempos por venir, nos hará reflexionar más fríamente, y hacernos (espero) dar cuenta que realmente hubo dos demonios. Sólo que uno de ellos fue un demonio pequeño, y el otro demonio cobró dimensiones que lo emparentaban al mismísimo Satanás.

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